MADRID.- Los ríos europeos están fragmentados por, al menos, 1,2 millones de barreras artificiales, como presas, esclusas o azudes, una cifra hasta ahora subestimada, indica un estudio con participación española sobre este tipo de infraestructuras humanas que afectan a los ecosistemas.
La evaluación, que publica la revista Nature y se ha hecho con datos de 2.715 kilómetros de ríos en 36 países, señala que los cauces fluviales de Europa son de los más fragmentados del mundo, con una densidad media aproximada de 0,74 obstáculos cada kilómetro.
Los autores, entre ellos de la Universidad Politécnica de Madrid, la Universidad de Oviedo y la asociación AEMS-Ríos con vida, combinaron datos ya existentes con trabajo de campo y concluyeron que el número de barreras se ha subestimado en un 61 %.
El estudio se realizó en 174 ríos del continente, de los que ni uno está libre de barreras artificiales, donde la mayor densidad media se concentra en Europa central -hasta 20 por kilómetro en Holanda- y la menor en Escandinavia, Islandia y Escocia.
La mayoría de las barreras fluviales europeas sirven para controlar el flujo de agua o acomodar los cruces de caminos y, aunque suelen identificarse con grandes construcciones como presas de más de diez metros, estas solo representan un 1 %.
Por el contrario, las más numerosas son las barreras de menos de dos metros de altura, que suponen el 68 % del total, indican los datos de la investigación.
España es un país con ríos "bastante fragmentados", donde se estima que existe más de 100.000 de estas infraestructuras con una densidad media de casi una por kilómetro, indica a Efe el secretario general de AEMS-Ríos con Vida, César Rodríguez.
Las cuencas fluviales españolas son muchas y pequeñas en una orografía montañosa, por lo que hay muchos lugares propicios para levantar presas y, como país mediterráneo, se suele hacer un uso intensivo del agua, agrega.
Todo ello supone, según Rodríguez, que España sea probablemente uno de los países europeos con más barreras en relación a la superficie y longitud fluvial.
En cada país se hizo trabajo de campo en cinco ríos, que en España fueron Nalón (Asturias); Tirón (La Rioja); alto Alberche (Castilla-León), y Guadajoz y Guadalhorce (ambos en Andalucía).
La fragmentación de los ríos causa la ruptura de la continuidad ecológica, modifica los caudales de agua, las condiciones físico-químicas y el transporte de sedimentos, lo que puede tener "consecuencias importantes", precisa Rodríguez.
Además, se produce una fragmentación de la conectividad, pues algunas barreras impiden a los animales desplazarse o lo hacen a destiempo, por ejemplo en los procesos reproductivos. "Los peces son un indicador fundamental. Hay muchas barreras de menos de un metro que pueden tener efectos muy importantes porque no permiten el paso de la fauna".
La fragmentación puede afectar a los ecosistemas de los ríos, pero la evaluación de los efectos de esas barreras se ha visto obstaculizada por la falta de información.
Los autores sugieren que estas conclusiones deberían contribuir a informar la aplicación de la estrategia de la Unión Europea en materia de diversidad biológica, que tiene por objeto volver a conectar los ríos europeos para 2030.
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