Donde las dan, las toman, dice el sabio refranero español. Benidorm era socialista cuando en 1991 Zaplana dió el golpe de Estado con la transfuga Maruja Sánchez para su meritaje político personal, llevando a continuación sacos de dinero a Génova 13 para financiar el PP de Aznar.
Llegó así a ministro, portavoz parlamentario en las Cortes y ahora es un multimillonario políticamente resentido con sus propios ex compañeros de filas, en busca de la venganza contra Camps y los suyos. Es el primer sospechoso de haber alumbrado el 'caso Gürtel' por elevación contra Rajoy.
En ese marco hay que encuadrar este último acto teatral de Benidorm contra un alcalde marioneta de Camps, quien ya perdió su órdago contra el zaplanista Ripoll en las elecciones a la presidencia provincial del PP de Alicante hace pocos meses.
Mal augurio respecto a lo que ahora ha sucedido. Como se adivina, el zaplanismo no es un fenómeno tan residual como se pensaba. Aún es capaz de dar algun que otro coletazo y seccionarte la cabeza del tronco si te pilla de por medio. Agoniza pero conserva reflejos suficientes como para recuperar así, con el transfuga, la influencia perdida en Benidorm.
Sabida esa situación por el PSOE local a través de Leire Pajín, y con su apoyo implícito desde Ferraz, se ha decidido devolver al PP la misma medicina que Zaplana le dió a ellos. El transfuga Bañuls no es más que la nueva Maruja Sánchez pero, además, con virtuales intereses urbanísticos familiares no suficientemente atendidos por el alcalde presumiblemente saliente dentro de unos días. También habrá que sumar a esos los propios de Zaplana y compañía.
Además de la venganza local de Zaplana, se corta así el flujo mediterráneo más importante, de financiación al PP nacional a través de su 7.000 cualificados militantes de Benidorm y se merma de paso la influencia de un seriamente 'tocado' Camps de cara a la inevitable sucesión a plazo de Mariano Rajoy como líder de la Oposición. Todo lo demás, es una escenificación necesaria de los socialistas para que no se les vea el plumero de esta maniobra tan de altura y estratégica.
Doña Leire y su madre, padre también, no se hubieran movido sin todas, absolutamente todas, las bendiciones de Ferraz y Blanquerías. Son al completo un atajo de cínicos y pícaros vergonzantes, que no se atreven a explicar que el cerebro de toda esta historia se llama Eduardo y nació en Cartagena. Él fue quien pacto con Rubalcaba impunidad personal y un buen retiro en 'Telefónica' a cambio de información sobre las debilidades del adversario.
Benidorm es un capítulo más, pero urgente por espinita clavada en la dignidad de un ángel caído y encerrado en una jaula de oro para no estar a merced de los jueces que investigan lo de 'Terra Mítica' y tantas otras cosas. Se ha vuelto a escapar de las garras de sus enemigos el genio de esta botella llena de resentimientos, oportunismos y codicia a raudales.
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