MADRID.- El pasado jueves 24 de mayo, la jueza de Valencia Isabel Rodríguez
decretó la entrada en prisión comunicada pero sin fianza de Eduardo
Zaplana. La magistrada accedía así a la petición de la Fiscalía
Anticorrupción que alertaba del riesgo de fuga del exministro del
Partido Popular.
Hijo de militar, Zaplana quiso ser piloto para no defraudar a su padre. Sin embargo, una baja médica le alejó de esa profesión para decantarse por el Derecho. Durante su época universitaria, el joven Zaplana comenzó a familiarizarse con la política pero, mientras que sus compañeros de facultad militaban en grupos de izquierdas, él prefirió apostar por el liberalismo de la mano de Joaquín Garrigues Walker, recuerda http://www.revistavanityfair.es.
“Me atrajo mucho la idea de que el liberalismo luchara por la democracia tanto o más a como se hacía desde la izquierda”, le contaba el de Cartagena a Pedro J. Ramírez en una entrevista para el suplemento Magazine de El Mundo en 2004.
De la Federación de Partidos Demócratas y Liberales, Zaplana pasó a UCD. Lo hizo a regañadientes, solo porque su mentor, Garrigues, lo ordenó. Por eso, tras la debacle del partido fundado por Adolfo Suárez, Zaplana se integró en Alianza Popular. Sin embargo, no fue hasta que el partido de Manuel Fraga pasó a llamarse Partido Popular cuando la carrera política de Zaplana despegó de verdad.
En 1991 fue alcalde de Benidorm, en 1995 presidente de la Comunidad Valenciana y, aunque fue uno de los hombres fuertes de los gobiernos de José María Aznar, desde el primer momento sobrevolaron sobre él sospechas de corrupción.
Tanto es así que, apenas un año después de ser elegido alcalde, Zaplana ya se vio envuelto en la causa de corrupción iniciada contra Naseiro y Sanchís. El escándalo fue de tal magnitud, que un informe interno del partido redactado por Alberto Ruiz-Gallardón sugería su expulsión inmediata de la agrupación.
Con motivo del aparente fin de su meteórica carrera política, Vanity Fair repasa los hitos de Eduardo Zaplana, a través de sus declaraciones.
Hijo de militar, Zaplana quiso ser piloto para no defraudar a su padre. Sin embargo, una baja médica le alejó de esa profesión para decantarse por el Derecho. Durante su época universitaria, el joven Zaplana comenzó a familiarizarse con la política pero, mientras que sus compañeros de facultad militaban en grupos de izquierdas, él prefirió apostar por el liberalismo de la mano de Joaquín Garrigues Walker, recuerda http://www.revistavanityfair.es.
“Me atrajo mucho la idea de que el liberalismo luchara por la democracia tanto o más a como se hacía desde la izquierda”, le contaba el de Cartagena a Pedro J. Ramírez en una entrevista para el suplemento Magazine de El Mundo en 2004.
De la Federación de Partidos Demócratas y Liberales, Zaplana pasó a UCD. Lo hizo a regañadientes, solo porque su mentor, Garrigues, lo ordenó. Por eso, tras la debacle del partido fundado por Adolfo Suárez, Zaplana se integró en Alianza Popular. Sin embargo, no fue hasta que el partido de Manuel Fraga pasó a llamarse Partido Popular cuando la carrera política de Zaplana despegó de verdad.
En 1991 fue alcalde de Benidorm, en 1995 presidente de la Comunidad Valenciana y, aunque fue uno de los hombres fuertes de los gobiernos de José María Aznar, desde el primer momento sobrevolaron sobre él sospechas de corrupción.
Tanto es así que, apenas un año después de ser elegido alcalde, Zaplana ya se vio envuelto en la causa de corrupción iniciada contra Naseiro y Sanchís. El escándalo fue de tal magnitud, que un informe interno del partido redactado por Alberto Ruiz-Gallardón sugería su expulsión inmediata de la agrupación.
Con motivo del aparente fin de su meteórica carrera política, Vanity Fair repasa los hitos de Eduardo Zaplana, a través de sus declaraciones.
Comer y rascar… todo es empezar
El caso Naseiro fue un escándalo de corrupción que implicó al tesorero
del partido, Rosendo Naseiro, y a Ángel Sanchís Perales, diputado por
Valencia y antiguo tesorero de la formación. Durante la investigación,
también se obtuvieron escuchas telefónicas en las que
se vio involucrado Salvador Palop, concejal por Valencia cuyo hermano
estaba siendo investigado por narcotráfico, y Eduardo Zaplana. En dichas
conversaciones se oía decir al que fuera Portavoz del Gobierno de
Aznar:
"Me sentaré a comer con él y le diré a ver cómo puedo rascar yo aquí. (…) Así, pura y simplemente, ¿eh? Que me dé diversas opciones y me quedo con la más fácil. Pero me tengo que hacer rico porque estoy arruinado. (…) Estoy trabajando mucho, pero estoy arruinado. (…) Me lo gasto todo en política".
"Me sentaré a comer con él y le diré a ver cómo puedo rascar yo aquí. (…) Así, pura y simplemente, ¿eh? Que me dé diversas opciones y me quedo con la más fácil. Pero me tengo que hacer rico porque estoy arruinado. (…) Estoy trabajando mucho, pero estoy arruinado. (…) Me lo gasto todo en política".
¿Te gusta el Vectra 16 válvulas?
En 1988, la marca de automóviles Opel lanzó al mercado su modelo
Vectra. Este vehículo de tamaño mediano y capacidad para cinco adultos,
alcanzaba en su gama alta un precio entre los 24 y 30.000 euros. En una
de esas conversaciones con Palop, Zaplana mostraba su deseo de hacerse
con uno de ellos: “Ay, tengo que ganar mucho dinero, me hace falta mucho
dinero para vivir. Ahora me tengo que comprar un coche. ¿Te gusta el Vectra 16 válvulas?”.
El nuevo Juan Guerra, pero bronceado
En 1990 estalló el escándalo Juan Guerra. El hermano del vicepresidente
del Gobierno se dedicaba al tráfico de influencias desde un despacho
dependiente de la Delegación del Gobierno en Andalucía. El caso provocó
la dimisión de Alfonso Guerra y dio fuerzas a la oposición liderada por José María Aznar.
Zaplana, por su parte, vio en el hecho una oportunidad para prosperar personalmente. Coincidiendo con la inminente celebración de la Expo 92, el político puso en marcha negocios en Sevilla hasta el punto de bromear con el tema afirmando: “Ahora que han echado a Juan Guerra, a ver si lo sustituyo”.
Zaplana, por su parte, vio en el hecho una oportunidad para prosperar personalmente. Coincidiendo con la inminente celebración de la Expo 92, el político puso en marcha negocios en Sevilla hasta el punto de bromear con el tema afirmando: “Ahora que han echado a Juan Guerra, a ver si lo sustituyo”.
Transfuguismo, de entrada no
Durante años, a Eduardo Zaplana se le llenó la boca con eso de que “en
el Partido Popular no promovemos el tansfuguismo”. No se sabe si lo
promovió o no, pero el hecho es que, cuando una concejala del Partido
Socialista lo abandonó para pasarse al Grupo Mixto, Zaplana aprovechó la
coyuntura para registrar una moción de censura contra
el gobierno municipal del PSOE y postularse como candidato a la Alcaldía
de Benidorm. El del PP, que se había quedado a un solo voto para poner a
su alcalde cuando se celebraron las elecciones, no tuvo mucho problema
en sacar la moción adelante gracias al voto de esa tránsfuga socialista.
Un señor etnocentrista en el Congreso
En el año 2006, María Teresa Fernández de la Vega, por
entonces vicepresidenta del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero,
viajó a Mozambique para celebrar el Día Internacional de la Mujer y
clausurar el foro “España-África. Mujeres por un mundo mejor”. Durante
su estancia en el país africano, la vicepresidenta se fotografió
ataviada con vestimentas típicas de la zona.
Aprovechando el hecho,
Eduardo Zaplana en calidad de portavoz del Partido Popular, arremetió
contra De la Vega con las siguientes palabras: «¿Cuánto ganaría la
Cámara si usted, que es tan aficionada a disfrazarse, un día se vistiera de vicepresidenta del Gobierno y cumpliera su obligación!». Y se quedó tan ancho.
Miss Benidorm
Los certámenes de Miss suelen caracterizarse por esos discursos vacuos
de las candidatas que apelan a la paz en el mundo, a la felicidad de los
más desfavorecidos y al poder sanador de la sonrisa de un niño. En ese
sentido, Eduardo Zaplana hubiera sido una gran Miss, al menos a la vista
de declaraciones tan vacías como: “Si tuviera ese
poder eliminaría el hambre, la miseria, las desigualdades. Ojalá con
sólo desearlo pudiéramos ayudar de verdad a los más desfavorecidos”.
Pagar impuestos, no blanquear dinero negro y no estafar, también podría
ayudar pero, bueno, eso… eso ya tal.
Podría haber sido peor
En agosto de 1992 se declaró un grave incendio en la Sierra Cortina de
Alicante que, según todas las investigaciones, fue provocado. Como
informaba el diario ABC, “la falta de medios técnicos para
sofocar el incendio y la descoordinación de los recursos humanos” hizo
que el fuego fuera aún más destructivo y acabase con cuatrocientas
cincuenta hectáreas de una zona no urbanizable y de especial protección forestal.
Eduardo Zaplana, por entonces alcalde de Benidorm, declaró que, a pesar
de todo, “el incendio todavía podía haber tenido resultados más
graves”. Efectivamente. Unos años después, se construyó en esos terrenos Terra Mítica.
Papá no lo sabe
El padre de Eduardo Zaplana quedó viudo muy joven. En su afán por
cuidar, educar y proteger a su prole, nunca vio con buenos ojos que su
hijo se dedicase a la política y menos aún en los turbulentos años de la
Transición. “Lo que más siento es que mi padre muriera sin verme
desarrollar mi actividad pública, para que hubiera tenido la
satisfacción de ver que todo aquello tenía un sentido”. A la vista de los acontecimientos de los últimos días, tal vez haya sido mejor así.
Lo mejor de tu vida, me lo he llevado yo
Eduardo Zaplana y su esposa Rosa Barceló se conocieron
cuando él tenía 16 años y ella 15. Se casaron en 1981 y, desde
entonces, siguen juntos. “Pienso que el mérito fundamentalmente es de
ella, que se ha adaptado muy bien a la vida de un político,
a sus ausencias”, afirmó el del PP. Las malas lenguas, sin embargo,
aseguraron que un buen día Rosa le puso las maletas en la calle. Se
había hartado las ausencias.
De las profesionales y de otras, que
vinculaban al político con conocidas presentadoras de televisión. Evidentemente, todo era un infundio porque, no solo siguen juntos, sino que Rosa Barceló está siendo investigada en la causa que implica a su esposo, lo que supone que podría acabar como la esposa de Luis Bárcenas. Si eso no es amor, que baje Dios y lo vea.
Al César lo que es del César
Una de las frases más recordadas de Eduardo Zaplana es aquella que dice: “Estoy en política para forrarme”.
En realidad esta afirmación nunca fue pronunciada por el exportavoz del
Gobierno, sino por Vicent Sanz Monlleó aunque, a la vista de los
acontecimientos, “se non è vera, è ben trovata”.
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