Hay una romanza medieval de Pierre Vilar, juglar provenzal, que me impresionó mucho cuando la leí. Dice así: cayó una lluvia que volvía loca la gente y sólo hubo un hombre que se resguardó en su casa. Cuando terminó la tormenta, salió el hombre a la calle y todos le tomaron por loco.
Parece escrita para los tiempos presentes. En la denuncia por incitación al odio contra Risto Mejide, el prestigioso abogado José Luis Mazón Costa señala que es “imbécil pues no establece las más sencillas relaciones causa-efecto”.
Rebobinemos un poco y este frívolo patán, le vemos invitando a la actriz porno Marta Flich abrazarse, uno por uno, a todos los invitados, entre los que se encuentra uno enfermo de coronavirus. De la experiencia, ni Risto Mejide ni la actriz porno gore resultaron infectados.
Cuando resultó infectado el publicista, por llamarle de algún modo, fue con la segunda dosis de Pfizer, que ya se puso sin espectáculo, en directo, como la primera. Veamos su versión: “Tras haber esquivado las cuatro primeras olas. Tras haber pasado más de un año trabajando casi todos los días y sin contagios. Tras haberme vacunado de la primera y de la segunda dosis. Esta semana he dado positivo en Covid. Y lo que es peor, parte de mi familia también”.
Parece sencillo concluir que la infección le entró con la segunda dosis y concluir desaconsejado la timo vacunación. Es una relación sencilla causa-efecto sencilla de establecer. Lejos de ello, hace campaña por la timo vacunación, compra la mentira de que sus síntomas han sido más leves y a su vuelta emprende una alocada campaña contra los no timo vacunados. Al margen, de que sea la consigna del momento, que si habla contra la timo vacunación, pierde su posición en Mediaset, lo expresa con tan tosco convencimiento que está bajo los efectos de la lluvia de Pierre Vilar.
Está también el caso reciente de Juan Pablo Polvorinos, director de Informativos de Es Radio, quien narra una extrañísima historia para explicar o justificar su infección por el coronavirus, del que culpa a su hijo de cuatro años, al que cuida y duerme con él tres noches, hasta que se infecta, a pesar de estar inyectado con las dos dosis de la Pfizer.
No tiene ni pies ni cabeza, Se ha vuelto, o ya era, completamente imbécil y no sabe ni puede establecer una sencilla relación causa-efecto. No está inmunizado, luego no ha recibido una cosa llamada vacuna, sino una terapia génica que contiene un veneno de muerte.
El mismo discurso que Risto (a pesar de tener la evidencia de la muerte de su compañera Elia Rodríguez) que coinciden con las consignas de las big farma y de la casta política, la misma parida de que menos mal que se ha timo vacunado, con el agravante de culpar a un niño de cuatro años, con síntomas de tener un fuerte catarro o una gripe, justificación del pinchazo criminal a los niños.
Igual que Risto, se cree las patrañas del sistema y no cae en la cuenta de que tiene el sistema inmunológico destrozado por la proteína Spike y desarrollará enfermedades autoinmunes.
De tanto repetir consignas, han terminado interiorizándolas, y han hecho suya la mentira, con la que han dañado a sus familias e hijos. ¿Comunicadores cuando no establece sencillas relaciones causa-efecto? Imbéciles.
(*) Periodista
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