La salida abrupta de Jack Dorsey tiene una importancia capital en el momento presente e indica que el globalismo se bate en retirada o cuanto menos se cuartea y muestra su debilidad.
La omnipresencia en España, su posición hegemónica, no puede llamarnos a engaño. Dorsey tomó partido por el globalismo y el satánico Partido Demócrata, constituyó de parte lo que debía haber sido general lugar de discusión y no imposición de la corrección política o de una mentira sanitaria ampliamente contestada en todo el mundo por científicos de acreditado prestigio, y no por “expertos” políticos a sueldo de las farmacéuticas.
Twitter ha cavado su propia tumba al dejar de ser una red social neutra a un medio de comunicación con línea editorial propia, agresiva para sus clientes. Twitter, con Jack Dorsey, ya es una red querida, como al principio, sino censora.
El punto más bajo de su trayectoria fue cuando quitó su cuenta a Donald Trump. Fue toda una declaración de principios. En Estados Unidos esa hegemonía de antes esta seriamente en cuestión. Otras redes sociales alternativas han cubierto ese espacio abierto por Twitter a golpe de normas comunitarias discrecionalmente aplicadas: la nueva tiranía genocida.
También ha sufrido la censura personas como Miguel Bosé, Fernando López-Mirones o Enrique de Diego por “difundir información sanitaria falsa”. En USA le hacen seriamente la competencia Gab, con fuerte presencia en España y en el mundo de habla hispana, Parler y la nueva de Donald Trump que ha cosechado un inusitado éxito en Bolsa.
En cualquier caso, aunque su sustituto sugiera continuismo, lo relevante es que el globalismo se cuartea, no aguanta la presión- En Estados Unidos no se pincha nadie y las elecciones de la mitad de legislatura se aproxima, con un sobón y demente Joe Biden haciendo el ridículo, que convierte en mierda todo lo que toca. Los globalistas han fracasado, ya empieza a tener bajas; Jack Dorsey lo demuestra.
(*) Columnista
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