domingo, 21 de noviembre de 2021

Cuando la mascarilla no sirve para nada


BARCELONA.- Confinamientos, cierres de actividades, limitaciones de aforo, restricciones horarias… La mayor parte de las medidas contra la propagación de la Covid-19 han ido cayendo en paralelo a la mejora de la situación epidemiológica y el incremento de la tasa de vacunación, recuerda La Vanguardia.

Prácticamente solo la mascarilla -y el certificado covid en determinados territorios y actividades- permanece como recuerdo de que la pandemia persiste. Es la última barrera frente al coronavirus, pero la relajación y la sensación de seguridad de la población después de meses de privaciones y restricciones provocan que, frecuentemente, su uso no sea óptimo.

La imagen de un hombre que apareció brevemente entrevistado en un informativo de televisión, protegido por una mascarilla FFP2 de color blanco y con una ostensible mancha de tono marrón a la altura de la boca, es paradigmática. El evidente deterioro del cubrebocas denotaba que había perdido toda su capacidad de filtración, aparte de que producía repugnancia.

No se trata de un caso aislado. Los expertos observan que la mala utilización de las mascarillas es frecuente y alertan de los riesgos que supone. “Tengo la percepción de que mucha gente la lleva sucia o por debajo de la nariz. Llevarla de esta manera no sirve para nada. Tenemos que llevarla como hacíamos antes, tengo la sensación de que en esto hemos ido para atrás”, explica Juanjo García, experto en infecciones infantiles y jefe de Pediatría del hospital Sant Joan de Déu. 

En malas condiciones de uso o colocación, la mascarilla no solo pierde su eficacia contra el virus sino que también puede ocasionar algún problema dermatológico en el contorno de la nariz o la boca si se ha utilizado mucho y ha acumulado humedad, advierte. “Se favorece la transmisión, sobre todo si exhalas virus al llevar la nariz desprotegida, y si la mascarilla está mojada –por efecto del clima o de la condensación del aire- quedan virus acumulados”.

Al comienzo los expertos temieron la posibilidad de que los cubrebocas sucios pudieran convertirse en nidos de bacterias y provocaran infecciones en las vías respiratorias, una hipótesis que no se ha confirmado, según Germán Peces-Barba, vicepresidente de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ).

“El problema de una mascarilla vieja no es que acumule virus, sino que deja de filtrar correctamente”, afirma. “Llevar la nariz fuera desprotege por completo, algunas personas no justan bien barbilla o cruzan gomas laterales y crean un hueco por el que entra aire sin filtrar. O no ajustar bien el puente metálico zona nasal… Así nos desprotegemos. Vamos a introducir los virus por estos recovecos”.

Explica Peces-Barba que la clave de la eficacia de los cubrebocas es que hacen un filtro de tipo electrostático de manera que las partículas quedan fijadas en su pared. “Si está muy desgastada, deja de ser eficaz; si está húmeda (por una elevada humedad ambiental, por lluvia o por nuestra propia exhalación) esta capacidad electrostática también se pierde y decae la capacidad de filtrado”.

En este sentido, el tiempo de duración de este artículo es esencial para garantizar su fiabilidad. Depende del fabricante, pero las autoridades sanitarias recomiendan no usarlo más de 4 horas (higiénicas y quirúrgicas) o 8 horas en el caso de las FFP2 y similares. Además, pueden tener fecha de caducidad. 

No existen estadísticas sobre el grado de respeto de estos períodos por parte de la población, pero la observación sugiere que es más bien escaso. Cumplir, en el marco de un sistema de vida convencional, implica cambiar la mascarilla, al menos, cada día.

¿Lo hacemos? La respuesta sería no, a juzgar por los datos de Antonio Torres, presidente de la Associació de Farmàcies de Barcelona. Estos establecimientos mantuvieron la venta de mascarillas quirúrgicas en octubre, pero las del tipo FFP2 cayeron a la mitad. En cambio, las ventas de Tecnol, empresa que ha fabricado en Reus más de 100 millones de mascarillas quirúrgicas desde agosto de 2020, siguen creciendo. 

“En junio (el día 26 dejaron de ser obligatorias en los exteriores) aquí la gente estuvo en alerta, pero la población ha entendido que para hacer vida normal la tienes que llevar en el día a día y no ha bajado la demanda”, apunta Miriam Hernández, directora de la división de Health de la compañía.

El cubrebocas reduce la incidencia de covid en un 53%

El uso de mascarillas una de las medidas de salud pública más eficaces para combatir la Covid-19, reduciendo la incidencia de la infección en un 53%, según concluye el primer estudio de alcance mundial sobre esta protección.

Investigadores de las universidades de Monash (Australia) y Edimburgo (Escocia) han analizado con detalle los resultados de más de una treintena de estudios de todo el mundo para llegar a la conclusión de que las mascarillas reducen un 53% la incidencia de la covid y la distancia social un 25%.

El lavado de manos también aporta una reducción del 53%, pero no es un dato fehaciente a causa de los escasos estudios existentes.


"Varias medidas sociales y de protección personal, como el lavado de manos, el uso de mascarillas y el distanciamiento físico, están asociadas con reducciones en la incidencia de Covid-19", sostienen los investigadores en The British Medical Journal, y recomiendan el uso intensivo y riguroso de estas prevencion,

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