BRUSELAS.- Después de 47 años de matrimonio, llegamos a un divorcio amistoso, nos repartimos los bienes y ahora, como vecinos que seremos, tenemos que decidir cómo nos tratamos mutuamente. Y parece que no muy bien. En todo caso, nada será como antes. Llega el momento de aplicar lo que decidieron aquel 52% de leavers en el referéndum del 2016, se relata hoy en el diario español La Vanguardia.
Décadas de libre circulación de mercancías, servicios, personas y capital llegarán a un final abrupto cuando el Reino Unido abandone la UE y el mercado único a final de mes. Más rudo incluso si no se consigue un acuerdo comercial. Empresas, consumidores y ciudadanos se van a llevar un mazazo. Éstos son ocho de los cambios que vamos a sufrir con el salto que viene.
Uno será el impacto económico. Sin acuerdo comercial, las dos partes van a pasarlo mal. El mantra en Bruselas es que todos pierden, pero que el Reino Unido mucho más, y las previsiones lo corroboran. Se calcula que el Reino Unido lo pagará con una caída del PIB de entre el 1,5% y el 3%, y la UE entre el 0,1% y el 0,4%. Pero, el choque entre los Veintisiete no será uniforme, depende de la relación de cada país con el Reino Unido, y aquí España está muy expuesta.
De las grandes economías europeas, es la que puede sufrir más, según el Banco de España. “En comparación con otras grandes economías de la UEM, España mantiene con el Reino Unido unos vínculos comerciales (especialmente en los sectores turístico, agroalimentario y del automóvil) y financieros relativamente elevados”, dice el informe del Banco de España.
Otro elemento que se hará notar es el restablecimiento de las aduanas, que provocará al principio un atasco monumental. El Gobierno británico calcula que se formarán colas de hasta 7.000 camiones en Dover y otros puertos en enero. Se prevé que entre un 30% y un 60% de los camiones que quieren cruzar el canal no estarán preparados para las nuevas regulaciones, y estos embotellamientos se alargarán al menos tres meses hasta que las empresas se acostumbren a los nuevos requerimientos.
Además, sin mercado único vuelven los aranceles. Sin libre circulación de mercancías, y si no hay acuerdo comercial para sustituirlo, se aplicarán las reglas de la OMC, lo que significa imposición de aranceles para las mercancías. El porcentaje medio de los aranceles de la UE es del 3%, según los cálculos de la agencia Bloomberg, pero algunos productos los tendrán mucho más elevados. La industria automovilística, por ejemplo, pagará un precio alto, un 10% para los vehículos que exporte al continente.
Los expertos esperan también un aumento de los precios e incluso una escasez de suministro de los productos perecederos en los supermercados británicos. Los aranceles a los alimentos importados incrementará su precio y con los atascos en las fronteras, el suministro sufrirá grandes retrasos.
La movilidad también se reduce a partir del próximo año. De entrada, si no se aplican los planes de emergencia que presentó la semana pasada la Comisión Europea, se interrumpirá el tráfico aéreo y sufrirá serias dificultades el transporte de personas y mercancías por las carreteras y rutas terrestres.
Y en cualquier caso, aún con planes de emergencia e incluso acuerdo comercial, los europeos tendremos que disponer de un pasaporte con validez mínima de seis meses para poder entrar en el Reino Unido, y visado para estancias superiores a 90 días. Lo mismo para los británicos que viajen al continente.
También termina la libre circulación de personas. Los europeos que quieran ir a trabajar al Reino Unido tendrán que participar en un sistema de migración basado en puntos, donde los aspirantes deben probar que cumplen criterios como hablar inglés, disponer de una oferta de trabajo y ganar más de 20.480 libras por año (22.363 euros).
Por otro lado, está en el aire el futuro de los Erasmus, los programas de intercambio de estudiantes, que depende de futuros acuerdos. Los actuales estudiantes pueden seguir, pero no se sabe si habrá más Erasmus en el Reino Unido.
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