No por esperada desde hace tiempo la detención por corrupción
(cohecho y blanqueo de capitales) de Eduardo Zaplana ha pasado como otra
más en el seno del PP, donde se espera con pavor la sentencia del caso
Gürtel que se hará pública este viernes.
Porque Zaplana lo ha sido casi todo en el PP de ‘los principios y los
valores’ y hoy en notable decadencia camino de su auto destrucción. El
cartagenero es todo un personaje, al que se atribuye la frase de ‘yo me
tengo que hacer rico’, y un político fundamental en el entorno de
Mariano Rajoy, del que fue portavoz en el Congreso como de José María
Aznar quien lo nombró ministro de Trabajo y Portavoz del Gobierno en el
trance de los atentados yihadistas de Atocha de 2004.
Y por supuesto Zaplana fue alcalde de Benidorm y ahí empezó todo en
la compañía de su íntimo José Antonio Sánchez (RTVE), hasta que llegó a
la Presidencia de la Comunidad de Valencia (1995/2002) donde hizo mangas
y capirotes antes de alcanzar el Gobierno de España (2002/2004) para
luego ser el portavoz del PP en el Congreso (2004/2008) con la
colaboración de Cayetana Álvarez de Toledo.
Y todo ese tiempo en estrecha amistad con el preso y también ex
ministro de Aznar (como Rato y Cascos) Jaume Matas en el club aznarista
de papel de Pula (Palma de Mallorca). Amén de otras notorias relaciones
de casas en Altea y paseos en los yates (El 'Clara') de ‘El Pocero’ de
Seseña en compañía de amigotes y en cercanía del aún misterioso José
Bono.
Y de otros ‘artistas’ de la política como Gallardón, Aguirre y su
compinche Ignacio González, o de famosos de la comunicación (el llamado
clan de los ‘Federicos’) y empresarios de postín como Alejandro Agag o
Juan Villalonga con quien compartió ‘amigo íntimo’ en Telefónica donde
luego ‘trabajó’ en la etapa de César Alierta. Y de donde ha sido
despedido por el presidente José María Álvarez Pallete a pesar de la
estrecha amistad de Zaplana con el consejero Javier de Paz.
Zaplana, hábil y encantador para la política, acababa de superar una
muy grave enfermedad, cuando apareció en grabaciones de la Operación
Lezo con el golfo de Ignacio González. Y así, cuando parecía que la
Justicia no le daría alcance la cosa se complicó con el presunto
blanqueo de capitales ocultos en paraísos fiscales. Y así su castillo
famoso de naipes, riqueza y poder, que él escenificó en el ruinoso
parque de Terra Mítica, se derrumbó.
Y fue detenido como un Camborio por la Guardia Civil y llevado a
los registros de sus despachos y viviendas, con lamentable aspecto y la
mirada perdida del campeón tumbado en la lona ante el enjambre de
fotógrafos que, como en la detención y ‘cogotazo’ de Rodrigo Rato,
estaban al acecho del que parece haber sido pionero de la gran
corrupción valenciana. La que creció bajo el mandato de Francisco Camps
como lo confiesa Ricardo Costa con la bendición papal de la familia de
los Cotino, la que detenida también está.
(*) Periodista
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