Vistos desde arriba, las decenas de edificios de este barrio residencial construido en pleno boom inmobiliario español se parecen a un conjunto de piezas de Lego, puestas en medio de la nada, entre dos autopistas.
Visto desde el interior, el complejo 'Residencial Francisco Hernando', construido en la localidad de Seseña, entre Madrid y Toledo, se parece a una 'tierra de nadie': son pocos los transeúntes en las avenidas trazadas con tiralíneas, las persianas están bajadas en la mayoría de las ventanas y los carteles de 'Se vende' cubren las fachadas.
Tras el flamante mostrador de su bar-restaurante, abierto hace un mes, Iván confiesa que se siente un poco solo. "Con la crisis se nota que el barrio no se llena", dice. En una calle paralela, Bárbara, que abrió una de las escasas tiendas de ultramarinos del barrio, se muestra optimista y asegura que "el comercio va poco a poco".
El promotor de este barrio, Francisco Hernando, apodado 'Paco el pocero' (por su primer oficio, ndlr) había, sin embargo, previsto todo para lo que ya veía como "la mayor zona residencial de España": 13.500 apartamentos para 40.000 habitantes, un terreno de fútbol, piscinas, un parque y decenas de locales comerciales... Todo, salvo, tal vez, el brutal frenazo del mercado inmobiliario español tras años de euforia desenfrenada.
A día de hoy, "se construyeron unos 3.500 pisos y se habrán vendido menos de 1.000", que alojan a unas 3.000 personas, y el proyecto "parece que se ha paralizado", según el economista Julio Rodríguez, especialista en asuntos inmobiliarios.
"En torno al 80% de los que dieron la entrada, lo hicieron por pura especulación, pensando vender pronto y sacar una buena plusvalía y sin haber tenido nunca la intención de vivir" allí, explicó este experto. "Pero una vez los apartamentos terminados, el mercado ya había cambiado y la mayoría dieron marcha atrás", agregó Rodríguez.
Entre los que eligieron vivir ahí está Belén. Contenta de haber comprado, con un préstamo inmobiliario, su apartamento de "90m2 por 180.000 euros, mucho más barato que en Madrid", donde le habría costado 350.000 ó 400.000 euros.
Se mudó con su hijo de 14 años y su marido. "Para mí esto es calidad de vida", explica esta mujer de 40 años, que asegura que el barrio no está tan dejado de la mano de Dios, con "dos autobuses por la mañana para ir a Madrid y uno para volver por la noche". Mientras camina hacia la panadería, sólo se lamenta de que "todavía no haya todos los servicios públicos (...) falta un médico, por ejemplo".
Antes de iniciar su andadura por las calles desiertas, el visitante ha pasado una rontonda con una inscripción dorada 'Residencial Francisco Hernando'. A unos metros, se extiende un gran parque que lleva el nombre de la mujer del constructor, 'María Audena', y una de las avenidas principales desemboca en la estatua de sus padres.
Hoy "el Pocero estará sin liquidez", dice con ironía Julio Hernández. Pero estos contratiempos no impiden al ambicioso Francisco Hernando seguir adelante en los negocios: con su empresa Onda 2000, acaba de introducirse en el deporte automovilístico, convirtiéndose en el patrocinador oficial de una escudería de la categoría reina de MotoGP.
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