Carola Miró y Bedós (52), esposa de Quim Torra Pla (55), Presidente
provisional de la Generalitat, ya ha anunciado que su marido no está
dispuesto a ir a la cárcel y que, en todo caso, pediría asilo político
en Suiza, si las cosas se complican en Cataluña, aunque no dice que hará
todo lo posible, y más, para que se compliquen, hasta el enfrentamiento
civil.
Conocen bien Suiza desde que Torra empezó a trabajar
profesionalmente en la empresa de seguros Winterthur, hasta que ésta fue
absorbida por Axa y le quisieron promocionar ofreciéndole un puesto
privilegiado en Madrid. Pero prefirió renunciar, antes de vivir “en la
capital de España, la capital de las bestias”.
En las 72 horas que lleva de Presidente de la Generalitat (‘Toma de posesión de la malhablada marioneta de Puigdemont’)
todo ha sido una complicación, un disparate y, sobre todo, una
provocación, dirigida al enfrentamiento civil. Desde la propia toma de
posesión pobre y minimalista, como el personaje, hasta el juramento
obviando la Constitución, el Estatuto de Autonomía, la bandera nacional,
y, al Jefe del Estado, pasando por el vasallaje prestado, al día
siguiente de la jura, al expresidente de la Generalitat Carles
Puigdemont, para que quedase claro que ni tomaba posesión en el salón
Sant Jordi del Palau, sino en el Saló Verge de Montserrat, ni por
supuesto estaba dispuesto, como se le había ordenado, a ocupar el
despacho del President que permanecerá cerrado hasta su esperada y
ansiada vuelta para la que trabaja, hasta que entre en prisión o huya a
Suiza.
Tal
como había pactado con “el Presidente en el exilio”, el que está
preparando ya su “Consejo de la Republica” y la Asamblea de Electos, (un
parlamento paralelo) ha intentado restituir a todos los consellers
cesados por Rajoy según el articulo 155, a pesar de la advertencia que
ya había realizado el Presidente del Gobierno, de incluir a los que se
habían exiliados o permanecían en prisión, excepto Oriol Junqueras ,
Raul Romeva y Joaquin Forns que se habían negado. Y dicho y hecho.
Veinticuatro
horas después de despachar con Puigdemont en Berlín, hacia
pública este sábado la lista de su gobierno en la que incluía a dos
exconsellers en prisión (Josep Rull y Jordi Turull) y otros dos fugados y
con orden de detención (Lluís Puig y Toni Comín), algo considerado por
La Moncloa una “nueva provocación”, en lo que manifestaban su acuerdo,
tanto el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, como el Presidente
de Ciudadanos, Albert Rivera.
De esta forma, los nombramientos quedan congelados, porque no serán
publicados en el Diari Oficial de la Generalitat (DOGC), en manos de
Rajoy, gracias al articulo 155, con lo cual Cataluña sigue sin
Gobierno, con el 155 en vigor y con un Presidente interino dispuesto a
huir a Suiza, como la dirigente de la CUP Anna Gabriel o la secretaria
general de Esquerra Republicana de Catalunya Marta Rovira, antes de
entrar en prisión que es el camino que lleva, terminada y clausurada
solemnemente la etapa de la “revolución de la sonrisa” e iniciada la de
la provocación y el enfrentamiento civil.
Este fin de semana quien realmente maneja la marioneta de Quim Torra
habrá podido leer en Berlin los duros calificativos del periódico de
referencia alemán “Frankfurter Allegemaine Zeitung” , en el que explica
cómo el nuevo Presidente predica el odio, partiendo de que uno de los
mayores éxitos de marketing del separatismo catalán ha sido hasta ahora,
el aura especial con el que ha logrado envolver su propio programa
político. Los que escuchan “Cataluña”, dice el periódico, piensan en
manifestaciones pacíficas, banderas de colores, niños sonrientes.
La
retórica de los políticos encaja con ello: una Cataluña independiente
será pro-europea, democrática y social, aseguran; una sociedad abierta
para todos los que estén dispuestos, digámoslo así, a participar de
alguna manera. Este punto no se especifica con mayor detenimiento.
¿Acaso no basta con contemplar esas caras bondadosas y vitorear al mejor
futbolista del mundo?
“Pero ahora las cartas están sobre la mesa. El abogado y exeditor
Quim Torra, que acaba de asumir el cargo de presidente de la Generalitat
en Barcelona, propaga el racismo, la xenofobia y una ideología
nacionalista de la peor calaña. Torra, de cincuenta y cinco años y
confidente de Puigdemont, odia a España y el idioma español. Lo ha dicho
y escrito muchas veces, por ejemplo en tuits como estos: “Los catalanes
votamos y los españoles vienen a vigilarnos. Fuera de aquí de una vez”.
O: “Los españoles sólo saben cómo saquear”. O: “Vergüenza es una
palabra que los españoles hace siglos que borraron de su diccionario”.
(*) Periodista y economista
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