No en vano somos el país de la Unión Europea con mayor riesgo de convertirse en «tierra muerta». Aunque no necesita mucha explicación, se trata de un proceso que implica la degradación de la tierra en zonas secas, lo que la hace improductiva e infértil.
Una realidad que ya es tangible en el 20% del territorio español y que nada tiene que ver con el avance del desierto y sus dunas de arena. Más bien con el resultado de años y años de explotación agrícola y ganadera descontrolada, que ya son imposibles de revertir.
Casi una quinta parte de España ya es terreno infértil, en gran parte por razones históricas como la minería destructiva y la sobreexplotación ganadera. En esas zonas, las tierras productivas se han vuelto incapaces de generar cultivos sustanciales para la vida humana o animal, aunque parte de la vegetación puede aguantar.
“Es como un agujero negro”, señala Gabriel del Barrio, investigador de La Estación Experimental de Zonas Áridas (EEZA), organización dependiente del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), a The Financial Times.
“Este 1%- que mayoritariamente está localizado en Almería, en el desierto de Gádor– pone en peligro el campo a kilómetros a la redonda, es el principal consumidor de agua y ha causado muchos daños».
Las imágenes de satélite muestran que otro 1% del territorio español se está degradando activamente debido a las prácticas agrícolas intensivas, aunque también se ve afectada indirectamente una mayor superficie.
“La desertificación es una de las cuatro grandes áreas de preocupación ambiental del mundo, junto con el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación”, explica Elias Symeonakis, experto en el tema de la Universidad Metropolitana de Manchester al mismo medio.
“Dependemos de esas áreas que se están degradando para nuestra alimentación y nuestra población. Una vez que se degradan, no hay mucho que puedas hacer”. La causa principal, según los expertos, es la acción humana, que se manifiesta en la sobreexplotación agrícola y el riego excesivo, que erosiona el suelo y drena los acuíferos.
El problema existe a una escala desalentadora en España, donde la agricultura se ha industrializado constantemente y tres cuartas partes de la masa de tierra ya es generalmente seca o semiárida. Del Barrio, como muchos otros, vincula la desertificación con la alteración del uso del suelo, la industrialización de la agricultura y el riego intensivo.
Estos cambios, que han ayudado a aumentar los ingresos del campo en casi un 50% hasta 2020, tienen un alto coste, que el país pagará en un futuro próximo.
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