Sin embargo, en el momento actual, no se dispone de ensayos clínicos que avalen la eficacia y seguridad de la tercera dosis.
La sociedad insiste en que es necesario completar los ensayos clínicos en marcha para valorar la eficacia y seguridad de una tercera dosis. Asimismo, es fundamental conocer las ventajas e inconvenientes de las pautas heterólogas. Es decir, las consecuencias sobre la salud de pautar una tercera dosis con vacunas diferentes a las administradas previamente.
Por otro lado, la SEGG pide aclara otras cuestiones, como cuánto tiempo debe discurrir entre la pauta de vacunación completa y la administración de la tercera dosis o si esta tercera dosis confiere protección frente a las nuevas mutaciones del virus.
Por todo lo anterior, es necesario que las Agencias Americana y Europea de Medicamentos (FDA y EMA) analicen los ensayos clínicos sobre la tercera dosis que se les irán presentando con el objetivo de que constaten de forma fehaciente la seguridad y eficacia de las mismas y aprueben su administración. Es ese momento, deberán establecerse prioridades entre los diferentes grupos poblacionales de riesgo.
En principio, existen dos grupos de personas más vulnerables que presentan características especiales. Por un lado, estarían los pacientes inmunodeprimidos que podrían tener menor respuesta humoral y celular a las vacunas y en los que la inmunidad podría ir diluyéndose en el tiempo de forma más rápida. Por otro, las personas mayores que, debido al envejecimiento inmune o inmunosenescencia, podrían verse afectados de manera similar a los anteriores.
De confirmarse estas premisas, serían los grupos poblacionales que deberían tener prioridad en la administración de la tercera dosis, puntualizan.
“Desde la SEGG queremos hacer un llamamiento a la prudencia y dejar constancia de la necesidad de esperar a que las resoluciones de la FDA y EMA garanticen la seguridad y eficacia de la tercera dosis estos productos sanitarios”, concluyen.
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