Como tal, hasta el momento, las parasomnias (nombre científico del fenómeno) sólo se han reconocido como efecto secundario de la vacuna de Pfizer, y únicamente en una forma leve y esporádica, con una frecuencia muy baja (por debajo del 1% de las personas vacunadas). Sin embargo, otras circunstancias que rodean la vacunación pueden influir en el sueño y provocar pesadillas u otras alteraciones del sueño normal.
Pesadillas y sueños extraños asociados a fiebre o febrícula
Así, en muchos casos, la fiebre o la febrícula que aparecen en algunas personas como reacción leve a la vacuna (se presentan en cerca de 10% de los vacunados) pueden desencadenar pesadillas.
Las razones por las que esto puede suceder son complejas. La fiebre y la febrícula pueden producir fragmentación del sueño por varios motivos. Por una parte, produce un importante estrés celular que en algunas personas puede dificultar el abandono del estado de vigilia; por otra, en cambio, puede estimular la producción del neurotransmisor FLP-13, que precisamente produce somnolencia como método para combatir ese estrés celular.
Lo que si es cierto es que el sueño fragmentado aumenta la posibilidad de sufrir pesadillas, ya que disminuye la proporción de tiempo que la persona afectada pasa en las fases de sueño no MOR (Movimientos Oculares Rápidos) y aumenta el tiempo en sueño MOR, en el que se producen los sueños más vívidos y complejos, y por tanto también las pesadillas.
Pesadillas asociadas al estrés psicológico
Por otra parte, y aunque la vacunación se pueda considerar una experiencia positiva en la inmensa mayoría de los casos, (de hecho, muchas personas la celebran en redes sociales y puede aumentar la sensación de seguridad de quien la recibe) es normal que se rodee de un cierto estrés psicológico.
Esto sucede por varias razones, como la interrupción de la rutina, el miedo a posibles efectos secundarios o el paso por un entorno clínico.
Sea como sea, se sabe que el estrés psicológico es un importantísimo desencadenante de sueños raros, complejos y de pesadillas. Aunque los mecanismos concretos no han sido del todo clarificados, una de las posibles causas de esta relación es el aumento del estado de alerta, que dificulta y fragmenta el sueño (lo que, como hemos mencionado, aumenta el tiempo que pasamos en la fase MOR en la que se suelen dar las pesadillas).
Otra explicación tiene que ver con el papel que juega el sueño en el procesamiento de las experiencias vividas durante la vigilia.
Las pesadillas no son motivo de preocupación
Lo que es vital señalar es que la posibilidad de sufrir pesadillas asociadas a la vacunación no debe ser considerado, en sí misma, un motivo de preocupación ni, desde luego, una razón para no vacunarse. Como sucede con los demás efectos secundarios documentados en las vacunas, su gravedad y frecuencia son menores que los riesgos que entraña el coronavirus.
Además, las pesadillas, aunque desagradables, sólo suponen un problema cuando son excesivamente frecuentes, recurrentes o afectan a la calidad de vida en general de la persona (en cuyo caso sí deben motivar una visita al especialista).
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