Las vacunas contra el SARS-CoV-2, diseñadas para inducir anticuerpos neutralizantes (protectores), también pueden empeorar la enfermedad COVID-19 a través de los anticuerpos facilitadores de la infección [1]. Esto se conoce como la mejora dependiente de anticuerpos (ADE) o magnificación de la enfermedad dependiente de anticuerpos y ocurre independientemente de la vacuna, la plataforma y método de entrega [2] [3].
En marzo de 2020, los inmunólogos expertos en vacunas y en coronavirus evaluaron los riesgos de la vacuna contra COVID-19 basándose en los ensayos previos en modelos animales de las vacunas contra el SARS-CoV-1 y el MERS. El grupo de expertos concluyó que la ADE y la inmunopatología eran una preocupación real para las vacunas contra COVID-19, pero que su riesgo no justificaba el retraso de los ensayos clínicos, aunque reconocieron que sería necesario un seguimiento continuo de los vacunados [4] .
Si bien no hay pruebas claras de la aparición de ADE e inmunopatología relacionada con la vacuna en los voluntarios inmunizados con vacunas contra el SARS-CoV-2 [5], ésto puede deberse a que los ensayos de seguridad no han estudiado específicamente estos efectos adversos graves, y también a que el seguimiento de los voluntarios fue muy breve (no mayor los 2 – 3,5 meses) después de recibir la segunda dosis [6] [7] [8] [9].
En una publicación reciente, se ha reportado que los anticuerpos potenciadores de la infección (anticuerpos facilitadores de la enfermedad) dirigidos contra la proteína Spike del SARS-CoV-2 facilitan la infección del virus in vitro, pero no in vivo [1]. Hasta ahora, todo parecía indicar que los anticuerpos neutralizantes superaban a los anticuerpos facilitadores, y que el ADE no era motivo de preocupación.
Sin embargo, un trabajo publicado el 9 de agosto de 2021 afirma que la aparición de variantes del SARS-CoV-2, como las variantes Delta, puede inclinar la balanza a favor de la intensificación de la infección por acción de los anticuerpos facilitadores [2] . Los autores sostienen que se puede suponer razonablemente que el “equilibrio” entre los anticuerpos neutralizantes y los anticuerpos facilitadores puede diferir mucho, según la cepa del virus (ver Figura: Equilibrio de neutralización vs. ADE según las diferentes cepas SARS-CoV-2 11). Los anticuerpos facilitadores de COVID-19 reconocen tanto la cepa original de Wuhan como las nuevas variantes Delta.
Los datos mas recientes indican que las variantes Delta son especialmente bien reconocidas por los anticuerpos facilitadores de la infección. Esto significa que la ADE puede ocurrir en las personas que reciben vacunas basadas en la secuencia de la Spike de la cepa original de Wuhan y luego se exponen a una variante Delta. Por lo tanto, el riesgo de ADE debe considerarse e investigarse más a fondo, ya que puede representar un riesgo potencialmente peligroso de la vacunación masiva durante la actual circulación de variantes Delta.
Aunque el riesgo potencial de ADE se anticipó antes del uso masivo de las vacunas Covid-19, la capacidad de los anticuerpos del SARS-CoV-2 para la intensificación de la infección no está siendo monitoreado sistemáticamente para ningún grupo de edad o condición médica al que actualmente se le administra la vacuna. Además, a pesar de que una gran proporción de la población ya tiene anticuerpos [3], las pruebas para determinar la presencia de los anticuerpos anti-SARS-CoV-2 antes de la administración de la vacuna, no se realizan de forma rutinaria. La ADE de las variantes Delta tampoco se está evaluado específicamente.
Ya lo dijimos: COVID-19 abarca un amplio espectro clínico, que va desde patología pulmonar muy leve a muy grave y enfermedad multiorgánica mortal con desregulación inflamatoria, cardiovascular y de la coagulación sanguínea. En este sentido, los casos de ADE o de inmunopatología relacionados con los anticuerpos facilitadores inducidos por la vacuna estarían siendo clínicamente indistinguibles de COVID-19 grave [1] [2] .
No obstante, la experimentación con la humanidad sigue impunemente adelante: ante las nuevas variantes y el fracaso de la vacunación masiva mundial como estrategia para contener la pandemia, ya se está pensando en que serán necesarias nuevas dosis y nuevas vacunas, las llamadas “vacunas de segunda generación” con formulaciones de proteínas Spike que carecen de los epítopos antigénicos relacionados con ADE [3] .
Es ético y urgente detener la inmunización experimental masiva, hasta que finalicen los ensayos clínicos requeridos para garantizar la seguridad de las inyecciones.
(*) Bioquimica y doctora en Inmunología
Referencias:
[1] Iwasaki A, Yang Y. The potential danger of suboptimal antibody responses in COVID-19. Nat Rev Immunol. 2020 Jun;20(6):339-341. doi: 10.1038/s41577-020-0321-6. PMID: 32317716; PMCID: PMC7187142. https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/32317716/
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